Claro que cuesta.
Si, cuesta adaptarse, cuesta llegar a un sitio y romper con todo lo que tenias en la cabeza, que tus ratos libres y de gimnasio sean para hacer la compra, para hacer la comida, limpiar la casa u organizar las tareas domesticas..
Cuesta no estar en casa, con los mios, que aunque no recibiera besos ni abrazos, sentia su calor humano, y eso me daba mucho, aunque siempre me ha faltado y eso lo saben quien me tenian que dar eso que no tenia.
Cuesta hacer tantas cosas a la vez, llevar tanta responsabilidad, tantos pagos, y a la vez los estudios.. cuesta cambiar las cosas radicalmente, de la noche a la mañana salir de la peninsula y vivir con dos chicas que no conoces de nada, en una casa que no estas acostumbrada, y una cultura totalmente diferente.
Cuesta estar por el centro y encontrarte niños pequeños parandote a pedir dinero y tu no hacerle caso porque no sabes que se va a sacar del bolsillo. Que vayas sola y que te esten mirando de una forma, que te hagan ruidos, y que te sientas incomoda todo el tiempo, y hasta aunque no vayas sola, y vayas acompañada o con chicos alrededor, hacen lo mismo, te pitan, te paran, te dicen cosas o te miran de una forma que haga lo que haga, pasas miedo.
Pero claro, no queda otra que terminar acostumbrandote, y no mirar a nadie, pasar de ello y auriculares a los oidos.
Cuesta cambiar tu rutina por completo y mirar el dinero de una manera diferente a como lo mirabas antes, lo que te comes y cuanta cantidad, no pasarte y pensar que tienes que acabar el mes con el dinero que tienes en la cartera.
Y entonces es cuando valoras todo lo que tus padres han hecho por ti durante toda tu vida, y valoras cada detalle, cada segundo, cada bocado y cada sonrisa. Lo afortunada que soy por tener un hogar, estudios y estas maravillosas compañeras que me han tocado que no hacen más que sacarme sonrisas.
Y si, sonrisas y ser constante es lo que queda ahora.
y si... claro que cuesta.
Cuesta no estar en casa, con los mios, que aunque no recibiera besos ni abrazos, sentia su calor humano, y eso me daba mucho, aunque siempre me ha faltado y eso lo saben quien me tenian que dar eso que no tenia.
Cuesta hacer tantas cosas a la vez, llevar tanta responsabilidad, tantos pagos, y a la vez los estudios.. cuesta cambiar las cosas radicalmente, de la noche a la mañana salir de la peninsula y vivir con dos chicas que no conoces de nada, en una casa que no estas acostumbrada, y una cultura totalmente diferente.
Cuesta estar por el centro y encontrarte niños pequeños parandote a pedir dinero y tu no hacerle caso porque no sabes que se va a sacar del bolsillo. Que vayas sola y que te esten mirando de una forma, que te hagan ruidos, y que te sientas incomoda todo el tiempo, y hasta aunque no vayas sola, y vayas acompañada o con chicos alrededor, hacen lo mismo, te pitan, te paran, te dicen cosas o te miran de una forma que haga lo que haga, pasas miedo.
Pero claro, no queda otra que terminar acostumbrandote, y no mirar a nadie, pasar de ello y auriculares a los oidos.
Cuesta cambiar tu rutina por completo y mirar el dinero de una manera diferente a como lo mirabas antes, lo que te comes y cuanta cantidad, no pasarte y pensar que tienes que acabar el mes con el dinero que tienes en la cartera.
Y entonces es cuando valoras todo lo que tus padres han hecho por ti durante toda tu vida, y valoras cada detalle, cada segundo, cada bocado y cada sonrisa. Lo afortunada que soy por tener un hogar, estudios y estas maravillosas compañeras que me han tocado que no hacen más que sacarme sonrisas.
Y si, sonrisas y ser constante es lo que queda ahora.
y si... claro que cuesta.
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